La prehistoria
En la prehistoria, el único objetivo de los hombres y mujeres era sobrevivir. Luchaban por la comida y aguantaban situaciones de mucho frio. No sabían hablar y se entendían con gritos o murmullos. En la oscuridad, si se perdía uno de los hijos, la madre podía encontrarlo no llamándolo a voces sino reconociéndolo por el olfato. Así de extraña era la vida. A ese hombre primitivo le bastaba con comer, dormir y de vez en cuando, hacer el amor. ¡Y nosotros nos preocupamos de nuestro físico! Los problemas que tenían eran pocos, pero muy fuertes. Por ejemplo, estaba la caza. Las fieras eran temibles y en ocasiones en vez de comer eran comidos. Aquellos animales eran muy veloces y fuertes. De forma que tuvieron que agudizar el ingenio : esconderse tras los arbustos y esperar a que llegasen. Por ejemplo, a la orilla de un río donde las fieras acudían descuidadas a beber. Y, cuando habían metido el hocico en el agua, taca, ellos le daban un gran golpe en la cabeza. Eso sí, no se andaban con lindezas. Se la comían todo en uno. No la cocinaban. No comían caliente. Pero tampoco les echaba en falta. Pero un día, de forma natural, les pillo una tormenta en pleno descampado. Y ante su asombro, un rayo hizo prender la maleza.
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